jueves, 17 de diciembre de 2009

No a la censura de Radio UdeG, pero igualmente no a la cesura en Radio UdeG


Es condenable que se pretenda mínimamente censurar a nadie en este país. El señor Felipe Calderón Hinojosa y su equipo de asesores del PAN, con apoyo de Vicente Fox y muchos empresarios, hicieron gala de su libertad de expresión hasta el punto repudiable de la mentira y la calumnia en contra del Andrés Manuel López Obrador durante el proceso electoral de 2006, y no hubo modo de poner un hasta aquí a sus excesos, y hoy día los pagamos con una pésima administración pública, la peor en al menos 50 años. Recientemente, un par de frívolos locutores se pusieron a hablar coloquialmente en Radio UdeG de sus manías e intimidades sexuales, las cuales sólo los afectan a ellos, por lo cual se pretende intimidar con el peso de toda la ley si perseveran en estas expresiones «procaces».
En lo personal, si fulano de tal es adicto a autoestimularse genitalmente y lo hace público en un programa cómico de radio me tiene sin cuidado; es más, no lo escucho. Lo digo con claridad: no me interesa el programa radiofónico «La chora interminable». Es mi derecho. Pero es un absurdo insufrible la intolerancia hacia ese o cualquier otro programa de radio, sobre todo porque esos conductores me parece que poseen un nivel cultural que los acredita en el uso del micrófono.
En cambio, en México podemos ver y oír telenovelas, telenoticiarios y programas en los que, aparte de un uso paupérrimo de la lengua española, hacen gala de ignorancia, distorsionan hechos y mal informan, o de plano hacen apología de vicios y de la pobreza cultural de nuestro pueblo hasta la ridiculez. Y ahí no pasa absolutamente nada; las autoridades son desdeñosas, son todo tolerancia. Entonces, ¿dónde queda la educación, que debiera ser prioridad pública también en medios? Educación es sobre todo fondo, y no exclusivamente formas: importa seriamente qué contenidos dices y no sólo cómo lo dices.
Infortunadamente, lo sabemos la mayoría de creadores en Jalisco, en Radio UdeG también se censura, veta y discrimina si no compartes los puntos de vista de algunos de sus conductores. Si acaso hay un debate particular que afecta a las denominadas «mafias» o, en palabras de Alfredo Sánchez, la «plana mayor» —claro, su «plana mayor»—, no existe la posibilidad de ejercer el derecho de réplica, sin embargo sus comentaristas pueden decir cuanto les plazca, sean de carrera consolidada o de reciente incursión en el campo cultural. Los demás creadores debemos hacer solicitud «a ver si nos dan chance», sea para defendernos, sustentar nuestras opiniones en contrario con similares tiempos y formas o para dar a conocer nuestras propuestas artísticas o literarias. Su labor de investigación e inclusión radiofónica es limitada, limitadísma.
Bueno, y a todo esto, ¿que no somos la sociedad jalisciense quien paga mediante nuestros impuestos Radio UdeG, y dicha emisora debiera estar abierta efectivamente a la opinión pública? Porque entiéndase, no son autoridades ni directivos universitarios quienes cierran las puertas de este medio de comunicación —tienen cosas más importantes que hacer—, por ello han delegado esta responsabilidad a productores y conductores en su barra de programación. Así pues: ¿a quién diantres rinden cuentas estos conductores si segregan, vetan y censuran a la comunidad intelectual jalisciense, que es plural, crítica, propositiva y no pocas veces disonante?
Está de menos si poseen logros meritorios. Ellos —productores y conductores de Radio UdeG censores—, no son ni pueden erigirse en jueces de quienes hacemos cultura en Jalisco; puesto que somos una comunidad, entre todos hemos de construir la radio cultural jalisciense, o de otra manera simplemente hacen lo mismo que hoy el gobierno de derechas de Calderón Hinojosa a Radio UdeG.
Así que díganme: ¿qué diferencia hay entre la Secretaría de Gobernación y Radio UdeG?
Me sumo a la condena: no a la censura de Radio UdeG, pero también es inadmisible la censura de Radio UdeG. Hasta la próxima…

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